Sor Leonor, mujer fuerte, esposa de
Cristo
Sor Leonor: desde pequeña, comprendió
que el Señor le tenía preparado un camino de cruz para asemejarla a Él. Como
provenía de un ámbito rural y estaba en contacto frecuente con sirvientes,
debió ser subestimada y considerada sin preparación para su alta condición
social, e incapaz de desenvolverse en reuniones sociales que eran habituales
para sus primas. Ellas le ocasionaron muchos sufrimientos. Lejos de resentirse,
Isora se abrió a la caridad, aprendió a vencerse a sí misma, a devolver bien
por mal, a no quejarse incluso cuando la golpearon de tal modo, que dejaron
huellas indelebles en la estructura ósea de su cara y cráneo. Como monja, vivió en la abnegación total de
sí, viendo a las demás hermanas como instrumentos del Señor para ejercitarse en
la práctica de las virtudes. La vida en el monasterio no le fue fácil ni
cómoda, y ella supo aprovechar todas las circunstancias para asemejarse a su
divino Esposo y merecer gracias para la humanidad. Preparada por Dios para
sufrir desde pequeña, se enfrentó a todo género de pruebas, sobresaliendo
siempre por la mansedumbre, la paz y la grandeza de alma que la caracterizaron.
Enseñanza: para una sociedad y una
cultura que rechaza la cruz porque solo busca experimentar el placer aún a
costa de la vida, se acerca sor Leonor para enseñarnos el valor del sufrimiento
aceptado y llevado con amor. La cruz fue el medio elegido por Dios para
redimirnos y es un misterio de amor, no masoquismo. Cuando falta todo, cuanto
más desvalido estemos, más podrá ponerse de manifiesto la protección divina.
Las grandes victorias de Dios se dan, como la de David y Goliat, en una
desproporción muy grande. La obra de Dios no admite sombra humana que la opaque
y El siempre triunfa, jamás fracasa.