NOVENA A SANTA CATALINA DE SIENA
Día noveno
Pasión por Jesucristo
Cuando estamos aposentados en la celda interior enraizados en la verdad
del conocimiento de nosotros mismos y de Dios, se abre ante nosotros un camino
de maduración personal: Descubrimos el amor que Dios nos tiene y sentimos la
urgencia de ser árboles de amor: Es
decir, de crecer bien enraizados para dar frutos. Para que esto sea posible,
Catalina nos dice que somos injertados en el árbol de la cruz: “donde Cristo se
injertó en la naturaleza humana, dándonos la savia de la vida divina”.
Cristo es el árbol de la vida injertado en la naturaleza humana para
demostrarnos el amor desbordante del Padre. Él unió definitivamente todo lo
humano a la riqueza divina, y por eso, la criatura puede dar sabrosos frutos,
porque la savia que circula por sus venas, tiene el vigor del que es “la Vida”.
Pero hay más, Cristo, no sólo asumió la condición humana, sino que su
deseo de reconciliar al hombre con su Padre, le llevó a injertarse en el árbol
de la cruz, haciendo que éste sea el árbol de la vida.
Allí Catalina descubre el amor que Él nos tuvo; entiende que su amor
destruye el orgullo humano; le descubre como “Puente” que une el cielo con la
tierra y como renovación de la alianza del Padre.
OREMOS
Señor y Dios Nuestro, que concediste a
Catalina un amor ardiente a Jesucristo, concédenos que al contemplar la entrega
amorosa de tu Hijo vivamos unidos a Él, que vive y reina, por los siglos de los
siglos. Amén.
Santa Catalina de
Siena, Ruega por nosotros.