NOVENA A SANTA CATALINA DE SIENA
Día quinto
Catalina se hizo mensajera de paz, por eso tiene una
palabra viva y actual para nosotros.
Personalmente y por medio de sus cartas, se empeñó en
la ardua tarea de la reconciliación, especialmente del Papa con sus adversarios. Su palabra ardiente corría en
todas las direcciones: era una palabra de timbre materno, caracterizada por una
firmeza intrépida y una dulzura persuasiva. Por eso, sucedía algo humanamente
imposible: se ablandaba la dureza de los corazones, y se volvía a gustar de la
alegría de la reconciliación en las familias y comunidades.
Son conocidas las palabras dirigidas al Papa Gregorio
XI, para alentarlo a promover la paz entre los cristianos: ¡Paz, paz, paz, mi dulce Padre, y no más guerra! Palabras parecidas
escribía a los soberanos y príncipes, y no dudaba en emprender difíciles viajes
para despertar sentimientos de reconciliación.
La paz auténtica, nace, para Catalina, del corazón
reconciliado, que no se avergüenza de vivir, obrar e invocar el nombre de Dios,
pero no para hacer la guerra, sino para llamar a la conversión, reconciliando
primero al hombre consigo mismo y con Dios, y luego a Dios con la humanidad: De
la vida en Dios, no es posible que surja ningún deseo de venganza, de violencia
ni desamor.
A pesar de ser una mujer sencilla, Catalina fue
reconocida como una especie de mediadora diplomática. Gracias a sus
exhortaciones el Papa Gregorio abandonó Aviñón, con lo cual el Papado pudo
establecerse definitivamente en Roma.
OREMOS:
Señor, Dios Nuestro, que hiciste de
nuestra hermana Santa Catalina, una incansable mensajera de paz y de
reconciliación a imitación de tu Hijo; concédenos ser instrumentos de paz al servicio de la
Iglesia. Por el Mismo Cristo, N.S.
Santa Catalina de Siena, Ruega por nosotros.